OTROS PERSONAJES PINTORESCOS DE BONAO

1-Antonio el limpiahoyos
Este personaje, procedente de las entrañas mismas de nuestro pueblo, es un hombre de estatura mediana, mulato, pelo lacio, sin bigote, dientes grandes y bien blancos; de mirada esquiva cuando está sobrio, y pícara e inteligente cuando está en bebida. Su andar es esquivamente rápido cuando pasa por las calles del pueblo, con sus herramientas de trabajo, es decir, un pico y una pala, ofreciendo su servicio:
“Aquí va ei limpiahoyo. Limpiando toda clase de hoyo. Doña, si tiene el hoyo sucio, llámeme pa´limpiaiselo.”, se le escucha.
Sin embargo, su andar ya no es tan rápido cuando, exhibiendo una botella de ron en una mano y la tapa de la botella en la otra, empieza a pronunciar sus discursos políticos en contra del gobierno de turno, regularmente haciendo imitación de la voz del difunto Joaquín Balaguer. Así, en un mal disimulado afán exhibicionista, se pasa media hora de una esquina a la otra, lanzando dardos contra los males sociales, en un lenguaje cibaeño muy pronunciado. Por ejemplo:
¨Lo comesolo, prometieron acabai con la pobreza de ete paí, pero lo que tan haciendo ejacabando con lo pobre, matándolo a jambrazo limpio¨.
Algo muy característico en Antonio el Limpiahoyos, es que estos discursos eran muy pausados, de tal modo que llenara el tiempo que permanecía en la misma cuadra.

2-Andrino (el judío):
Andrino es un demente de nuestro pueblo, cuya edad oscila entre los 55 y 59 años. Es de caminar muy pausado, debido a que siempre va ataviado con unos calizos deshechos por el tiempo, unos pantalones muy sucios a media nalga y con la bragueta abierta. Regularmente anda sin camisa. Su piel es negra como un azabache, sus ojos negros son notablemente penetrantes y tan inocentes como su sonrisa vacía y desdentada. Nunca se le escucha emitir palabra alguna, salvo para pedir agua o comida. Y así deambula por calles, barrios y avenidas de nuestro pueblo.
Según el rumor popular, Andrino perdió la razón de tanto vender pintas de su sangre, sin reponerla después, debido a que usaba el dinero para jugar a las cartas y los dados.
La primera manifestación de su locura fue salir corriendo por las calles, emulando un boxeador en su fase de entrenamiento, y donde encontraba un vehículo, le propinaba puñetazos intercambiados, mientras decía: DO IQUIEIDA, DO DERECHA, DO IQUIEIDA, DO DERECHA.

3-Chino boquera:
Es muy poco lo que se sabe sobre el origen y la edad real de Chino Boquera. Sólo que vivía en el barrio Prosperidad con una familia donde todos tenían “problemas en la azotea.”
La edad era difícil de determinar porque Chino Boquera siempre tuvo rasgos de persona mayor.
Era de muy baja estatura, cabellos escasos y raquíticos, color amarillento y ojos casi cerrados; un bigotito chamuscado, boca pequeña en la cual era notable la ausencia de dos peloteros para completar el equipo de su descuidada dentadura. Su vestimenta estaba sujeta a la suerte del día; así, si alguien le regalaba alguna muda, se la colocaba ese día hasta que apareciera otra. Era característico en él andar calzado con botas, lo mismo de goma que una de las que usaban los obreros de Falconbridge. Siempre fue un hombre de trabajo. Su labor consistía en desyerbar patios y recoger basura en los mismos. Lo cual hacía por un precio siempre apartado de la realidad, casi descabellado. El machete bajo el brazo era ya un rasgo distintivo de Chino Boquera.
Chino era muy sensible a las burlas de los jóvenes, que no podían evitar vocearle: “Chino Boquera”, a lo que éste respondía persiguiendo machete en mano a los agresores, acompañando la persecución con un: “Ven, que yo te voy a enseñar ande tu maldita madre tiene la boquera.”
Así el Chino pasaba más tiempo persiguiendo a los muchachos que trabajando. Incluso parecía que él disfrutaba estas molestias.
Siempre andaba en una actitud levantisca y hasta provocadora para que alguien le voceara algo.
Llegaba a un grupo de contertulios, permanecía callado un rato, mirando a los presentes, y ahí decidía si pedirle dinero a alguno de ellos(machete en mano) o simplemente decirle con aire provocador: QUE FUE, DEGACIAO?

4-María la Madrugadora:
El nombre de Madrugadora le vino a esta mujer por su costumbre de levantarse muy temprano en la mañana y salir a deambular. No porque fuera soltera. No. Cuando ella salía en sus trotes por el mundo, su marido, el viejo Toño, todavía estaba sereneando en una tienda.
La Madrugadora era la encarnación viva de la mujer relambía. Era de baja estatura, mulata, un poco enjillá por unas curvas que tenía en las piernas. Era de ojos y boca grandes y provocadores; de maquillaje barroco (exagerado) y sus cejas hechas a lápiz le daban un aire cueril, a pesar de las arrugas que le habían regalado los años.
Esta mujer era un azote contra los jóvenes. Cuando ella avistaba un mozo sufría una transformación enorme. Primero lo enfocaba con sus grandes ojos negros, contorneaba su cuerpo como una bailarina y cuando lograba estar cerca de él, con ojos de enamoramiento empezaba a decirle:
“Ay degraciao, tú si ta bueno, si yo te agarro a ti te enseño lo que e una mujer que ta como burro poi cácara…ven, echa pa´cá, déjame vei cómo tú lo tiene (mirando la bragueta del muchacho).”
Acto seguido se le lanzaba tratando de tocarlo por el pene. A lo que, naturalmente, el muchacho respondía huyendo de donde ella estaba.
Esta escena se repetía todos los días una y otra vez con diferentes mozalbetes.

5-Elpidia:
Elpidia venía todos los fines de semana a Bonao, procedente de Caribe o El Verde.
Su figura no podía pasar inadvertida, pues aunque era hombre, se ataviaba con un pantalón de mujer y una blusa, mal maquillado y con las cejas sacadas y repintadas. Pero lo más notable en él era su amaneramiento exagerado, pues tratando de caminar como mujer se extremaba: se movía rítmicamente y con los brazos extendidos con las palmas de las manos hacia delante. Su voz era muy fina, sin tener nada que envidiarle a la de una dama.
Al principio de sus visitas a Bonao tenía unos dientes parejos y amarillentos, los que perdió con el tiempo o con los puños de algún pretendido.
Quizás por su origen campesino, Elpidia no mostraba su debilidad por los hombres tan abiertamente. Era muy amable y manso, aún frente a la burla de los jóvenes y los no tanto, así como las mujeres jóvenes, que eran sus mejores aliadas.
La manera que tenía Elpidia de entrar en contacto con los hombres, era sirviendo voluntariamente en las llamadas casas de familia, donde fregaba, suapeaba, arreglaba las habitaciones, y cuando venía le traía flores para colocarlas en jarrones.
Como Elpidia salía de su casa (de sus padres) con la finalidad supuesta de buscar algo de comida para la familia, siempre andaba con un saquito, pero no como lo usa cualquier labriego, sino colocado bien doblado sobre el antebrazo.

Curiosidades de mi pueblo


Hay hechos tan extraños, que por más que uno le busque explicación lógica no se la encuentra.Según nos cuenta el historiador Francisco Antonio Batista García, en su obra “Historia de Bonao”, en los años 20 ya en Bonao se proyectaban películas (claro, era la época del cine mudo, pero estábamos a la moda).En el año 1952 se inauguró el Teatro Julia Molina, que luego de la caída de la tiranía se convirtió en el Cine Libertad (sí, ese mismo que estaba frente al parque).Para responder a la amplia demanda de los amantes del cine, se construyó el Cine Bonao (bien llamado “el cine de los tigueres”), ubicado en la calle General Cabral.Y más adelante, apareció la más moderna y hermosa sala de cine de que hemos gozado los bonaenses: Cinema 48 (qué hermoso, qué cómodo).Pero aquí viene lo inexplicable: cómo es posible que en los tiempos de Concho Primo ya hubiera cine en Bonao, y hoy, en la era de la comunicación muchos bonaenses tienen que ir a Santiago y Santo Domingo para no olvidar el “séptimo arte”?. Peor aún: muchos de nuestros niños nunca han visitado una sala de proyección cinematográfica.No entiendo. Pero ojalá sea una realidad lo que se ha anunciado de que ya hay dos salas construidas por ahí. Sería fantástico.

Pintando la iglesia San Antonio de Padua

Por muchos años, esta peligrosa labor de pintar la iglesia San Antonio de Padua, la realizó el señor Monguito Rosario (fallecido), un pintoresco y reconocido personaje de Bonao, de quien se dice que para poder subir a dicha altura tenía que amarrarse bien un lazo y "artillarse" mejor un pote de brugal.

Aparentemennte, y por lo que se ve en la foto, ya apareció el sustituto del viejo Mongo.

Florecen las amapolas: cuiden a sus muchachas


Ahora que las amapolas comienzan a poblarse de hermosos gallitos color anaranjado, me llega a la memoria una inolvidable tradición o creencia de Bonao. Según esa expresión mitológica, el florecimiento de las amapolas anuncia la época en que las jóvenes enamoradas emprenden el vuelo con sus novios para dejar la vida de solteras, es decir, “las muchachas se van con los novios”.
En esos días crece notablemente el vuelo de carpinteros y ciguas sobre las amapolas, cuyo néctar produce un efecto narcótico tan fuerte, que se les ve caer “secas”. Era el tiempo en que los cazadores aprovechaban para hacer su día.
Hay una variedad de amapolas rojas a las cuales se atribuye haberse formado con la sangre derramada por los soldados de Napoleón que murieron en la batalla de Waterloo. Esto se ha extrapolado hasta los soldados que murieron en la primera y segunda guerra mundial, haciendo uso de coronas de amapolas para simbolizar aquel hecho.

Primera novela de Bonao


Aunque no aparece en antología ni comentario alguno sobre la historia de la literatura de Bonao, la primera novela publicada en la Villa de las Hortensias fue “El joven generoso”, de la autoría del escritor y comerciante Chito Hernández.

Las primeras familias que poblaron el Valle del Bonao

Según expresa el profesor Don Oscar Rosario Rosario- Columna Columna: “Don Pedro José Columna (mi tatarabuelo materno), fue el primer Columna, quien llegó al Valle del Bonao desde Santo Domingo y procreó a Lorenzo Columna (mi bisabuelo materno), quien tuvo dos hijas: Juana (mi abuela paterna) y Secundina (mi abuela materna). A éstas dos damas Columna las casaron con dos hermanos Rosario y Rosario: Santiago (mi abuelo paterno) y a Juan Ramón Rosario ( Monguí, mi abuelo materno). Santiago Rosario Alegre (mi bisabuelo paterno) llegó casado al Valle del Yuna (con la prima Cristina Rosario, de Sabana Iglesia), desde Puerto Plata, de origen castellano, engendrando a Santiago Rosario y Rosario (padre de Onofre, mi papá, de mi tío Chiro y de mi tía Idelfonsa Rosario Columna). También tuvo a Juan Ramón Rosario y Rosario (Monguí), genitor de Tía Flora, de Rosa (mi madre), de Soto, de Heró y de Ramón Rosario Columna (cariñosamente el Bronce).
Boyer tomó posesión de Santo Domingo el 9 de febrero de 1822. Don Santiago Rosario Alegre y Don Marcelino Vargas Díaz, compraron los títulos de sus propiedades el 29 de enero y el 5 de febrero de 1822, respectivamente. Mientras que Juan José García Rodríguez y Don Pedro José Columna, el 30 de marzo y el 15 de abril del 1822, después de la ocupación haitiana. La Villa de Bonao tuvo bastante suerte en su generación o plasmación porque el desequilibrio reinante entre la entrega y la toma de posesión de Quisqueya lo permitió, ya que, si el presidente Boyer no iba a permitir bajo ningún concepto las ventas de tierra a hispana, que era el máximo deseo o el obsesivo sueño del pueblo quisqueyano, concomitantemente en el amplio escenario del Universo, junto al epopéyico estampido del trabucazo independizador del cibaeño Ramón Matías Mella y a la enarbolización de la bandera nacional pro el incorregible e indomable héroe-mártir Don Francisco del Rosario Sánchez, en la celebérrima noche del 27 de febrero del 1844 y cristalizándose, en tan inesperado y en tan brillante momento, algunos sueños, segundo coloso de la libertad antillana, el magno e ilustre patricio caribeño, Don Juan Pablo Duarte Díez.”

Tomado de la obra El Bonao Colonial y el Bonao Moderno, de la autoría del Dr. Emilio Muñoz Marte.

Personajes de Bonao


Elpido Robles (Elpidio Jicotea)
Elpidio era la encarnación viviente del hombre calmado, prudente, católico, de esos que silban cuando realizan cualquier actividad.
Era un hombre de baja estatura, pelo crespo y escaso, muy delgado, de piel mulata, ojos pequeños y dulces y una voz que parecía quebrarse como un cristal.
El mote de Jicotea no se debe a la lentitud de sus movimientos, sino más bien a su principal producto de venta: un pan relleno con repollo, tomate, una fina rueda de salami y un picantico, que emulaba las formas de una jicotea o tortuga.
Otros artículos comestibles que expendía Elpidio eran: huevo hervido, leche, arepa, entre otros.
Además de esos artículos, Elpidio vendía bebidas alcohólicas.
Pero lo más resaltante en el negocio de Elpidio era el hecho de que, no sólo era un establecimiento exclusivamente nocturno, sino las facilidades que ofrecía a sus clientes (regularmente serenateros, trasnochadores, borrachos, muchachos recién salidos de las fiestas, prostitutas…). Estas facilidades implicaban que si cualquiera de ellos carecía de dinero para comprar, podía dejar en garantía una correa, un guitarra, una cartera, prendas, zapatos, tenis, cuyo valor era tasado previamente por Elpidio.
Algo curioso es el hecho de que a veces esos artículos no eran requeridos por sus dueños, y cuando ocurría esto con mucha frecuencia, daba lugar a que Elpidio abriera una especie de fleat market o garaje para que las personas interesadas adquirieran productos abandonados a muy buen precio.

Mélido Robles
Este señor era de gran corpulencia y de él se decía que robaba para darle a los pobres. Según la creencia popular, Mélido podía penetrar a cualquier vivienda debido al manejo que tenía de ciertas oraciones ante las cuales cedían todos los candados y llavines.
La verdad es que Mélido era un joven anormal, pero que exhibía una conducta social humanizante.
Tenía como característica principal el desnudarse para penetrar en las viviendas de los amigos o vecinos. Si alguna persona le preguntaba si fue él quien se robó una cuchara, un peine o tal vez diez centavos, él respondía: si, jui yo mimo.
Pedía con mucha facilidad  un chele.
Lo triste de Mélido es que cuando se ponía rebelde o furioso, la familia optaba por encerrarlo en su cuarto, y muchas veces lo vimos amarrado.